Londres – La crisis que estrangula a Facebook comenzó cuando un joven investigador, arrepentido por su papel de convertir datos en decenas de millones de votantes estadounidenses y en una máquina de persuasión política de alta tecnología, decidió contar su historia. Y se imaginó que Facebook, cuyos perfiles de usuario formaban parte de ese esfuerzo, podría ser un socio para ayudar a exhumar esta verdad dolorosa y tal vez abrazar algunos cambios en su política de privacidad.
Pero en lugar de un anuncio conjunto, Christopher Wylie se despertó temprano en Londres, donde vive, ante la noticia de que Facebook había publicado una entrada en el blog anunciando que lo habían suspendido, a él, a su ex empleador y a otra persona por, presuntamente, mal manejo de los datos de Facebook en un incidente que ocurrió en 2014 y que la compañía de Silicon Valley conocía desde hacía más de un año.
Ese momento del fin de semana pasado convirtió a Wylie, de 28 años, en un insólito enemigo de una de las compañías más poderosas y lucrativas de la industria tecnológica. Ha hecho revelaciones que han desencadenado investigaciones gubernamentales en ambos lados del Atlántico y ha hecho que el precio de las acciones de Facebook se desplomara, además de echar a perder la imagen sobre la privacidad a largo plazo.